A medida que las aguas suben y la lluvia cae incesantemente, el estado de Rio Grande do Sul (Brasil) se encuentra sumergido en un mar de dolor y desesperación. Las recientes inundaciones no sólo se han cobrado vidas, tanto humanas como animales, sino que también han dejado un rastro de destrucción que se extiende mucho más allá de lo que parece.
Las comunidades que alguna vez estuvieron llenas de vida ahora se encuentran en ruinas, sus hogares y negocios tragados enteros por la fuerza despiadada del agua. La pérdida de medios de vida, la angustia de las familias destrozadas y el dolor de presenciar la destrucción de lo que alguna vez se mantuvo alto sirven como dolorosos recordatorios de la fragilidad de la vida frente al poder de la naturaleza.
Pero en medio de las sombrías escenas de devastación, también debemos enfrentar la dura realidad de que estas inundaciones no son únicamente actos de la naturaleza, sino más bien una consecuencia de nuestras propias acciones. El constante aumento de los problemas del cambio climático, junto con la deforestación, sólo ha servido para exacerbar la frecuencia y gravedad de esos desastres naturales.
La explotación de los recursos naturales ha dejado costas y ríos vulnerables, incapaces de contener los torrentes que se desatan sobre ellos. Los bosques que alguna vez ayudaron a retener el agua, ahora dan espacio a condominios agrícolas y habitacionales, que quedaron expuestos e indefensos ante la calamidad.
No basta simplemente lamentar la tragedia que ha acontecido a estas personas; debemos tomar medidas decisivas para abordar las causas profundas de estas calamidades.
Para nosotros mismos, para las generaciones futuras y para la tierra que llamamos hogar, tenemos que actuar, con las decisiones diarias más pequeñas. Cambiar nuestra actitud hacia el medio ambiente y cambiar nuestro comportamiento hacia una vida sostenible.
Nunca podemos asumir que tales catástrofes están lejos de nosotros. Porque sólo uniéndonos como comunidad global, unidos en nuestra determinación de proteger y preservar nuestro planeta, podremos tener la esperanza de construir un futuro mejor para todos.
Nuestros corazones están rotos, pero ni siquiera cerca de los corazones de la gente en Brasil en este momento.
¡Nuestros sentimientos por todos los afectados!
Equipo KND